¿Quién reparte el carnet de padre?




 La idea de este post surge a raiz de dos hilos publicados en twitter recientemente. Ambos escritos por sendas monitoras de campamentos, bien formadas en sus respectivos campos, motivadas y con experiencia, y los dos con una cascada de reacciones favorables detrás.

 Situación uno: durante un taller de pintacaras un nene pide el dibujo de princesa rosa, a lo que su madre se niega tratando de convencerle con cualquier otro dibujo más "varonil". El niño rompe a llorar mientras la monitora cabreada alucina con la estupidez de la mamá en cuestión. Finalmente el niño acaba pintado como quiere por el empeño de la monitora, que pasa por encima de las protestas machistas de la señora madre (se van a reir de él etc.etc.). Y lo publica en twitter, recibiendo un aluvión de aplausos por anteponer el interés del niño.

 Situación dos: durante una actividad en un campamento de inglés un nene rompe su manualidad de arcilla y se echa a llorar. Su padre trata de contenerlo diciéndole que no llore como una niñita, o algo similar. La monitora corrige al padre, este se pica y la cosa acaba como el rosario de la aurora. El punto final lo pone la directora: al padre le reitera lo inapropiado del comentario y a la monitora lo inapropiado de su reconvención. Por lo demás, la muchacha publica el asunto en twitter y nuevamente llueven las alabanzas y los apoyos.

 
El autor de esta desfeita me representa. A la nena se la ve feliz, por otro lado...


  En los comentarios, en las respuestas, una idea se repetía hasta la saciedad: que "cualquiera" (en la acepción más despectiva de la palabra) puede ser padre. Que cualquier imbécil se cree erróneamente dueño y señor de sus hijos solo porque se haya reproducido. Tanto a la madre del primer caso como al padre del segundo les cayó la del pulpo. Y a los niños no les fue mejor, se les vaticinó desde depresión y suicidio al primero hasta cárcel al segundo, un futuro maltratador de libro ¡con semejante padre!

 Fuímos muy pocos los que pusimos el foco en la cuestión principal, que para mi es claramente la autoridad (o la ausencia de, mejor dicho). Realmente pocos. Opino que ninguna de las muchachas tenía ninguna autoridad para saltarse a la madre en el primer caso y afear nada al padre en el segundo. Puedo equivocarme, pero por estúpidos y machistas que me parezcan ambos comportamientos el de las monitoras me parece bastante peor. Porque insisto, ¿quién reparte los carnets de padre? ¿Quién tiene la tremenda altura moral necesaria para poner el pulgar arriba o abajo en semejante cuestión? 

 En mi opinión nadie. Y menos que nadie dos personas sin hijos.

 Sin hijos o con ellos daría igual en principio y muchos de los que las aplaudieron eran padres pero ... apuesto a que no los tienen. Yo también era una madre estupenda antes de ser madre. Ahora que lo soy de verdad soy muy buena a ratos y muy chunga a otros perooo... mis queridas monitoras del mundo mundial: la madre soy yo. Y aquí mando yo. Sin rodeos, y sin cremita. Así que salvo que cometa una ilegalidad absteneos de comentar porque, vereis, también soy la que se come el marrón veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año y eso, queridas, me da una autoridad que te cagas. Incluso cuando me equivoco, que es a menudo como conté en el post anterior. Pero mi autoridad sigue ahí, no se borra por un error.

 Y como madre petulante que soy, dueña y señora de dos rorros maravillosos a la par que puñeteros, cierro filas con las joyitas de progenitores anteriores y me pregunto: ¿son tan malos como parecen? ¿De las situaciones descritas podemos extraer conclusiones sobre su capacidad para criar? ¿No quieren ver felices a sus hijos? ¿Los investigamos? ¿Les quitamos la custodia y se la damos al par de monitoras jóvenesaunquesobradamentepreparadas?  

 Voto por esto último, me da que nos íbamos a reir.

 Porque sabe más el diablo por viejo que por diablo y a ser padre se aprende siéndolo, no antes. Olvídate de lo que te parece que va a ser antes de...no será, no lo será ni de broma. Será otra cosa fijo porque no sabes cómo serán tus hijos. La maternidad se parece tanto a lo que imaginas a.c. (antes de los críos) como se parece "Españoles por el mundo" a emigrar. Lo mismito. Olvídate de una infancia idílica dedicada a las caritas pintadas, las manualidades o el inglés. Olvídate. Lo mismo tus hijos son unos torpes de cuidado, se aburren con lo que les propones o se tiran la purpurina a los ojos. Y te tienes que comer las pinturas y los cuentos mientras tus flores de loto saltan por el pasillo jugando a ser ranas. Y a la mierda tú y tu plan educativo. Olvídate de saber mucho porque eres tía, profe de infantil, pedagoga o ayudante en un comedor plagado de niños. Medaiguá. Porque si no tienes hijos no sabes. A veces ni teniéndolos, para cuanto más... Porque si no los tienes lo que tienes es tiempo libre. Mucho, muchísimo créeme. No hablo solo de divertirte, hablo de tiempo para limpiar, para estudiar, para cuidar a tu abuela si quieres, pero es tiempo sin hijos. Yo no lo tengo. Los padres lo somos todo el rato y eso nos da patente de corso frente a ti, que sí lo tienes. En la vida la responsabilidad, el esfuerzo y los derechos van unidos formando un bloque; se siente, haber pedido muerte.

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 Otra cosa más, que hoy estoy que lo regalo: se puede ser machista y ser un buen padre. Sí, se puede, no hagamos demagogia. El mundo está lleno de buenos padres a los que ver a sus hijos varones con tutú les da sarpullido. Y se equivocan, y está mal, y pueden llegar a hacer daño, pero no son malos padres. Porque decir lo contrario es afirmar que el noventa por cierto de nosotros tuvimos unos padres y unas madres desastrosos. Y algunos casos seguro que fue así, tristemente, pero la mayoría no. Tuvimos buenos padres, machistas hasta las trancas ellos y ellas. Nos quisieron, nos cuidaron, nos educaron, nos dieron oportunidades. Y salimos decentitos y bien peinados porque, y esta es otra revelación...

 Los hijos no somos el resultado de la suma de nuestros padres: somos nosotros mismos. La responsabilidad de lo que hagamos en la vida es nuestra. Pensar que los padres tenemos la llave de su futuro es una fantasía típica del progenitor a.c.... Los niños no son páginas en blanco en las que los padres escribimos: vienen escritos de serie. Los hermanos no se parecen muchas veces, los padres y los hijos tampoco. De hecho a veces ni siquiera están de acuerdo en nada. Basta mirar hacia atrás: ¿piensas como tus padres, actúas como ellos? Puede que sí y puede que no, pero en cualquier caso no existe una relación directa entre que un padre le diga a su hijo "lloras como una niña" y que luego el niño sea un maltratador, no nos flipemos.

 Dicho esto...bajo la ceja, encojo nuevamente el cuello y desde una posición menos altanera sugiero otra opción para resolver situaciones así, alejándonos totalmente de la reprimenda o el zasca, por muchas ganas que se tenga. Y es que no soy maestra ni especialista en educación, pero algo aprendí en mis veintitaños años trabajando de comercial, que en definitiva no es otra cosa más que comunicar, convencer y generar confianza en desconocidos. Así que aquí va una perla de sabiduría, por si le sirve a algún sufrido profesional relacionado con la infancia en el trato con padres "ineptos". Una pista: la cosa va de negociar. Tengo deformación profesional, qué le vamos a hacer...

 Caso uno: ¡seamos creativos!. Puedes hacerle un dibujo único, especial para él, con algunas cosas de princesa, y "vendérselo". Puedes hacerle un dibujo masculino pero con purpurina o en rosa. Puedes hacerle un monstruo con brillitos, o algo inventado pero que lleve una diadema si en el taller teníais de eso. En definitiva: negociar. Las cosas no son o blanco o negro. E intenta llevarte a la madre a tu terreno, no la ataques, no la ningunees. ¡Empatiza coño! 

 Hazlo aunque solo sea porque te preocupa la felicidad del rorro como dices (y no ponerle los puntos a la machista esa y de paso salirte con la tuya), ya que será la manera de evitar que le limpie la cara en cero coma según te pierdan de vista, digo yo...

 Caso dos: olvídate del padre, no lo has oído, haz caso omiso. Céntrate en el pobre crío y consuélalo. Di lo correcto, lo mucho que entiendes su disgusto, lo chula que era la manualidad, lo bien hecha que estaba. Muéstrale el camino correcto al papá, con un poco de suerte lo pilla y te copia, pero en cualquier caso como mínimo se calla. Consolar al niño está bien; discutir intensito con el papá no. Aprende de la monitora del caso uno y acuérdate de que tu único interés es el bienestar del mochuelo que ahí sigue, con su cacharro hecho añicos y su seño y su padre centrados en tener razón.

 En definitiva, no nos toca a nadie repartir carnets de padre. A nadie. Es un examen que jamás aprobaríamos. Como tampoco se reparten carnets de hijo, ojo ahí. Que tampoco aprobaríamos ese examen de haberlo. Así que por favor, ¡gentes del mundo!, dediquémonos a estudiar como si fuera posible pasar el corte y así, con suerte, no nos quedan "folgos" para juzgar a los demás.
 

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