Queman Galicia




 La verdad que, con las cosas que están pasando, da apuro sentarse a teclear sobre problemas domésticos y comeduras de tarro maternales. Se diría que últimamente vamos de una bomba informativa a otra, a cada cual peor, aunque nada hacía presagiar el desenlace de los últimos días. 



 ¡Con lo felices que éramos con nuestro "Sálvame" nacional, a la greña unos y de público otros! ¡Venga a ponernos a parir unos a otros los menos, y a partirnos la caja con los memes y a alucinar con la estupidez ajena los más! Y los chinos...¡qué me decís de los chinos! con esos escaparates rojigualdos...Encima sólo tienen que variar el ancho de las rallas, detallazo brutal que tenemos con ellos, no me digais, y ¡hala! ¡a vender!...Los chinos, esos sí que saben ¡son los más felices de todos! 

 Pues no, no podía durar, teníamos que verter lágrimas de verdad, de las desesperadas...

 No puedo dar crédito a lo visto en las noticias estos días. Gente atrapada en el infierno de las llamas. Gritos y lágrimas de horror. Vecinos combatiendo incendios espantosos con cubos de agua y trapos. Más de 40 muertos entre Galicia y Portugal, rodeados por el fuego, carbonizados vivos. Como este verano, otra vez... Y como antes.

 Corría el verano del 2006 cuando Galicia se envolvía en llamas de forma salvaje. Una locura. Por entonces recorría en autobús las cuatro provincias pues aún cantaba de forma semi profesional (muy semi...), y recuerdo ver a través de las ventanillas tierra y más tierra carbonizada a las puertas mismas de Santiago. Como si en lugar de por mi terruño queridísimo circulase por otro planeta, uno desierto. También vimos incendios, pero curiosamente lo más pavoroso eran aquellas tierras quemadas que no acababan nunca. Parecían un escenario postnuclear.

  "Yo no me quedaría ni loca" -comento con mis familiares, quienes vivieron de primera mano el desastre en la provincia de Pontevedra- "que se me queme la casa, ¡yo salgo por patas!". "¿Adónde?", me responden, "¡si el fuego está por todas partes!". Y recuerdo entonces a los que se encontraron con la muerte en Portugal, mientras intentaban escapar en coche del apocalipsis. 

 Y me callo, porque no tengo ni idea de lo que haría en una situación así. Morirme de miedo y después...no lo sé. Mejor no saberlo.

 Baiona...uno de los post que personalmente más me gustan del blog es este, lo escribí hablando sobre un domingo que pasamos en el parador. El magnífico parador de Baiona. ¿Cómo es posible que llegase fuego allí?. Un casco urbano, ¡una península! No puedo entenderlo. O La Guía en Vigo, ¡Vigo!. Como si no fuese suficiente con ver arder el monte, en una comunidad como la nuestra donde hay casas y ganado diseminado por toda la geografía. Pero estos incendios rizaron el rizo porque ¿desde cuando arden las ciudades? ¿Esto no iba de incendios "forestales"?

 Y la pregunta: ¿por qué? ¿POR QUÉ? No lo sé...Busco la respuesta hablando con la gente, brujuleando en internet...por qué? Hay muchas hipótesis: que si los pirómanos, que si las empresas de extinción de incendios, que si un cúmulo de circunstancias climatológicas y ambientales adversas, que si la quema de rastrojos, que si todo a la vez...Puede ser pero entonces, ¿por qué Galicia? ¿por qué Asturias? ¿Por qué Portugal? ¿Es que en el País Vasco, Cantabria, Cataluña y otras zonas verdes del país no se dan también esas circunstancias? 

 De todo lo que leí, la explicación más plausible la encontré en este artículo del periódico El Confidencial. La más plausible y a la vez la más terrorífica porque ¿significa esto que a Galicia la quemamos los gallegos? ¿Por estupidez?

 Lo pregunto con total inocencia, de verdad quiero entender qué o quienes se benefician de que ardan los parques de Vigo, o que la población tenga que huir despavorida por carretereras envueltas en llamas.


 

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