Un día de furia



Hay días de mierddd...así, directamente.

 Y hay tempramentos que no ayudan. El mío sin ir más lejos, bastante domado por la edad y la vida pero aún así todavíaa...digamos...intenso. No nací para sumisa, y menos aún para mandar en nadie: nací para ser la dueña y señora de mi vida, con tooodo lo que conlleva de pelea contínua ser así. Born free como la leona Elsa, o eso creía yo. Si es que fuí siempre de creérmelo mucho y así me va...¡más dura será la caída!

 El mundo laboral es perfecto para domesticar caracteres bravos. Tras años tragando sapos desarrollas una capacidad asombrosa para la supervivencia sin traicionarte (en exceso...) a ti misma. Tú lo llamas cinismo, yo lo llamo empatía e instinto de supervivencia - me espetó un director de recursos humanos en cierta ocasión. Posvale. Su interpretación mola más, andevaaparar, pero no estoy muy convencida de que fuese la correcta. La cuestión es que desarrollé un modelo de autoprotección basado en la actividad comercial, mi campo: trato a las personas "complicadas" como a los clientes. Cuído mis palabras, sonrío, escucho, genero confianza, tiendo puentes... Que me caigan como una patada en el culo no es relevante. Entierro mis fobias personales en lo más hondo y me curro las relaciones en el trabajo como las comerciales, si no más. Es agotador, pero muy necesario. Al menos mientras no me toque el euromillón.

 Y luego me quejaré de que me duela la cabeza...

 Porque resulta que además de trabajar en banca, tema estresante y nada vocacional por cierto, desde hace pocos años soy mamá. Y vivo en pareja. ¡Toma cóctel molotov! 

 ¡Qué fue de aquella mujer dueña de su vida y milagros, me pregunto! ¡Aquella que no rendía cuentas ante nadie! Ahora me levanto bien tempranito y de buenos días recibo una pregunta sobre la ropa de los nenes y una bronca por los pelos de la ducha. Salgo pitando para el trabajo donde mis pesadillas cotidianas me esperan con los brazos abiertos. A veces siento que me pagan por sufrir y encabronarme, cuando no por mi por mis estupendos compañeros, fuente inagotable de risas y salud en forma de cariño.

(Esto lo digo alto y claro porque es verdad y no porque alguno me lea, QUE VA).  

 Luego vuelo para casa donde me espera el trajín de recados varios con los niños y las instrucciones del papá a cuestas. Y las críticas por lo que no hice "bien", lo que se me olvidó, lo que tenía que haber comprado/hecho/traído en lugar de lo que compré o hice. Nada de lo que decido está bien, todo es mejorable como poco. Yo, doña independiente, rindo cuentas a mis muuuchos jefes, a mi pareja, ¡a los niños si me apuras! -mamá no tero, no me uta, eto no, calle no, totilla no, cama no, pijama no...

 Y las órdenes barra instrucciones...eso da para otro capítulo. 

 -Compra pan (embutido, agua, papel albal, pañales, botones para los babis...la lista es infinita), de la que pasas por no se dónde...-Estoy todo el día de la ceca a la meca, vivo en una ciudad y trabajo en otra. No uso coche, voy en bus y pateo bastante con lo que siempre estoy de camino a algún sitio. Ya no explico que voy volada y que la compra hay que organizarla. Es una batalla perdida.

 -LLama a estos clientes y gestiona blablabla. Tus jefes se levantaron motivados y tienes el correo repleto de brillantes ideas comerciales. Y donde hay patrón no manda marinero. Si tenías cosas agendadas y la gestión que te encaloman te parece la cagada del siglo una pérdida de tiempo te aguantas. Tu opinión es importantísima para ti, a tus jefes actuales les importa un bledo es más, les sorprendería que tuvieses una. 
  
 -El cole. Esta vez era la excursión a la granja-escuela. Una hoja con instrucciones lógicas pero que por horario e intendencia descalabran nuestro muy precario equilibrio doméstico-organizativo. Pido vacaciones ese día que me deben y no me conceden porque entonces descubro que sí soy un puntal de mi departamento, imprescindible para que la rueda siga girando. Y sorbo mocos viendo las fotos y videos de los grupos guasap de padres, con sus retoños esperando el autocar en primerísimos planos mientras espío a mis niños asomados al plano de refilón. El papá, que por sus turnos puede a veces ir al cole, no saca nunca fotos porque tiene la cámara del móvil rota desde ni se sabe. Le reenvío algunas y pregunta si son del AMPA...resulta que los dejó en el cole y no esperó a verlos subir al bus. LLamadme sentimental, pero no lo comprendo. Y tampoco puedo recogerlos. Afortunadamente la cuidadora está como un clavo con tiempo suficiente y me retransmite vía guasap el aterrizaje en tiempo real. Y que no comieron apenas nada de lo preparado y que fueron a la granja calzados con zapatillas de tela.

 A veces, cuando todas las esferas de mi minimundo se tornan digamos...tirantes, me siento como una olla express a punto de explotar. Puedo con el trabajo si lo de casa funciona y viceversa. Puedo con el papá si voy bien con los nenes y al revés. Pero con el papá, los nenes y el trabajo no puedo.Tojunto no. Necesito un respiro, parar, desaparecer, retirarme a mis cuarteles de invierno...

 Que solita a ratos sestá de rechupete. Que no necesito gente hablándome, reclamando, preguntando, ordenando, criticando, aconsejando, sugiriendo mejoras...que no, que es muy cansao. Que soy muy independiente yo para esta vida convencional de madre-esposa-trabajadora, que lo mismo me viene grande vaya, que no es pa mi...

 Que necesito apearme un rato, porque a este paso me veo cualquier día con la recortada humeante en una mano y cadáveres por el suelo, menopáusica perdía...y no es plan.



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