Carnaval, carnaval





 Carnavaaaal, te quierooo...

 Pues no. Lo cierto es que no. No soy nada carnavalera. Ni por tradición familiar, ni social, ni por iniciativa propia. Lo de disfrazarme no es para mi. Si se me reconoce me da una vergüenza terrible, y si no el disfraz me asfixia y me da calorón. Por no hablar de la pesadez de romperse la cabeza para ver cómo disfrazarse sin gastarse pasta...esto cuando era joven. Ahora que ando algo mejor de pecunio lo que no tengo es tiempo...ni ganas.


 Lo que no quita que me guste el tema charangas, comparsas...así sí. Así, desfilando en manada, todos iguales, bailando a ritmo de tambores caribeños dándolo todo semeja muy divertido y mola mucho más, ¡dónde va a parar!. Pero vamos, justo lo que me falta es apuntarme a una comparsa... lo que me falta para palmar, quiero decir. Así que de momento no. Ya cuando me jubile, si eso...

 ¡Perooo!...soy mamá. Y sí señores, hay una ley no escrita que dice que en carnaval, si tienes hijos, hay que disfrazarlos. Por cojones narices. Ya conté por aquí que el año pasado fueron los únicos de su guardería que no se disfrazaron. Ole por mi, ¡viva yo!. Pero este año, tras el habitual bombardeo/indirectas de la guarde y el cole y sobre todo: tras la negativa del padre a acudir a la fiesta del cole del Moreno porque el nene no tenía disfraz y "será el único", claudiqué. Una, porque el papá tenía razón, y mi Morenito ya se cosca de las cosas y otra, fundamental, porque había minidisco. ¡Minidisco!...es oir la palabra discoteca o similar y toda yo me pongo en pie. Yo quería ir, ¡a bailar a la minidisco! 

 Era el mejor plan que se me presentaba desde que fui madre. Triste sí, pero absolutamente cierto. Quería ir y no pude, porque no teníamos disfraz. Penoso. Esto tenía que arreglarlo ¡como sea! Así que tras un viaje relámpago a coruña para vaciar y limpiar el trastero de mi piso recién alquilado, me persono en el templo de las compras para las madres de nenes en edad escolar (con las necesidades consumistas que ello conlleva en forma de manualidades, material escolar peregrino y creatividades varias): el chino. Pero no cualquier chino, uno tamaño nave industrial. El paraíso carnavalero de las diademas de princesa y las hachas de indio. Allí, en medio de disfraces cutres de diez euros y otros decentitos de veinte me pierdo un buen rato tratando de encontrar aquellos que les hiciesen ilusión a mis rorros, y de los que hubiese tallas. Tarea difícil, no creais, pues mis nenes son muy chiquitos e ilusión, ilusión pues...no sé. ¿Un disfraz de coche? ¿uno de galleta?? Finalmente me centro en los de animalitos. Tras mucho rebuscar y discurrir me decanto por un disfraz de jirafa para el Moreno, que le encantan las "firafas" y otro de gallo para el Rubio, fan absoluto de pollos, patos, y demás familia. Dudo aún porque el de jirafa es una talla grande y el de gallo no es amarillo como un pollito o el pato de goma de la bañera. También porque se pelean por todo y valoro si llevar el mismo disfraz para los dos. Y a propósito, ¿por qué vestimos iguales a los hermanos pero no los disfrazamos igual? ¿por qué? Mi instinto me decía que con dos gallos igualitos íbamos estupendamente, pero entre lo raro que se me hacía disfrazarlos iguales, como si en estacasa tuviésemos alguna tara inconfesable, y pensar en la saturación de gallo del pobre Rubito al heredar el año próximo el disfraz de su hermano me decidí por la jirafa. "Firafa" para el Moreno, gallo para el Rubio, no podía fallar.

 Total que al día siguiente les planto sus disfraces y comienza el drama. Porque como bien anuncia el Moreno, el gallo hace ¡kikiriquí!. Yyy...¿qué hace la jirafa? 

 ...

  
  ¿Cómo hace la jirafa? ¿kokorocó? ...no coló. Ay amigos, la firafa no "hace" nada. Dos años de madre de hermanos y aún no me entero de qué va esto, ¡que parezco nueva coño!. Intento varias negociaciones pero son un fracaso total. Así que finalmente, tras horas de empecinamiento con el gallo dichoso, que si hace kikiriquí y mola mucho, que si yo el gallo mamá, la firafa es para el Rubio, que si "la gallina -tutú- tuduleta-tutú" etc.etc. claudico y encasqueto al Moreno el disfraz de gallo... raruno, con las patas a media pierna y la cola en mitad de la espalda. Y entierro al Rubio en un mar informe de tela marrón a manchas mientras la cabeza con cuernitos se le escurre contínuamente. Disfrazados iban, doy fe. En el más extenso sentido de la expresión. También daban mucha pena.

 Pero en esta ocasión el porculerismo innato del Moreno, digno hijo de su madre por otra parte, vino a socorrerme. Fue ver a su hermano tan feliz con sus ropajes de jirafa, arrastrando ufano la cola y medio traje mientras trataba de sujetar los cuernitos sobre su cabeza y decidir, ipso facto, que quería la jirafa. Aún me permito el lujo de negársela durante un tiempo, ahí, disfrutando...Eso sí, en cuanto corregimos el desaguisado salimos a la calle, no sea que se lo pensase otra vez.


 Y como suele ser en estos casos, el que menos se preocupa por el look es el que acaba mejor parado. La jirafa iba simpática con los cuernitos derechos y la cola sin arrastrar pero el gallo iba total, con su cresta erguida y sus espolones rojos. Y la cola emplumada en el culete. Y diciendo ¡kiririkí!, que para eso el gallo dice cosas y la pobre firafa no. Nos perdimos la minidisco del cole, pero disfrutamos del callejeo carnavalero y de los comentarios jocosos del personal sobre mis trotones disfrazados.


 Moraleja: disfrazad a los hermanos de animales que digan "cosas". Nada de pulpos, firafas o pingüinos, hay que ir a asegurar, a lo que funciona: vacas, pollos, etc.etc. O mejor aún, disfrazarlos iguales. Es raro sí...lo sé,  pero no entiendo porqué no se hace. Facilitaría muuuucho las cosas.




Comentarios

  1. jajaja, muy bueno. Me siento totalmente identificado. A los hijos hay que darles lo que pidan y si hay que hacer el ridículo un poco pues se hace y no pasa nada. Hay que pensar que todos los padres estamos en la misma situación, así que apechugar y palante...
    Saludos.

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  2. ¡Gracias Elvis! Menos mal que no soy la única a la que esto del carnaval la pilla un poco perdida

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