Con todos ustedes ¡el Rubio!




Yo tenía un nene tranquilo, hermoso, con ojazos, pestañazas y hoyuelos en las mejillas, que se iba criando como podía entre los huecos que dejaba su agotador e intenso hermano mayor...muy poco más mayor, esa es la verdad.  

 Pero hete aquí que cumplidos los cinco por parte del heredero vemos con sopresa como el benjamín toma protagonismo ¡y a qué niveles! Y sin perder ni un ápice de su personalidad, porque ni para dar por saco se parecen mis rorros. Cabrean por igual, pero con estilos muy diferentes. Mientras el Moreno practica el noble arte del cansinismo retador hasta sacarte de tus casillas (preguntar mil veces lo mismo, pedir mil veces ver otro capítulo de dibujos porfi, porfi, quieroesto-quieroesto-quieroesto-quieroesto...y su opuesto mami estono-estono-estono-estono...así, modo bucle), el Rubio practica la variedad que podríamos denominar "por mis jones" ¿Cómo explicarlo?: con ejemplos, dos:

 Mi cumpleaños. Un familiar tiene el detalle hermoso de acordarse y me regala una planta. La traen a casa el padre y mis nenes y llega, ¡cómo no! con unas cuantas hojas rotas.

- ¿Quién rompió la planta
- ¡Rubio! -chiva el Moreno, raudo y veloz.
- ¿Por qué rompiste mi planta Rubio?
- ...
- ¡Que por qué rompiste mi planta!
- ...
- ¡Contesta!
- ...Poque ti...
-¡Porque sí no es una respuesta!
- ... ¿Poque no??

Lunes, salimos de la logopeda a las mil y monas. Morenito no se quiere poner la chaqueta y yo, que no ando muy fina, dejo que la arrastre por el suelo pero al subir al bus me empeño en que se la ponga. Todo porque no se quiere sentar y con tanta desobediencia me cabreo- ¡pues entonces ponte la chaqueta! - bramo imperiosa. Y absurda también, por que qué tendrá que ver...en fins. Se la pone con parsimonia y sonrisa burlona a la vez que se deja los piños en cada frenada mientas yo, impertérrita ante los trompazos, lo fulmino con la mirada. Llegamos a la parada con la chaqueta a medio poner y de pronto me pide un abrazo - perdona por no poné la chaqueta mamá, mañana me porto bien. Y entonces lo cojo en brazos y le doy un millón de besos, emocionada por semejante declaración...sin percartarme de que el Rubio, hasta ese preciso momento con un comportamiento ejemplar, decide que hasta aquí llegó lo de ser un cero a la izquierda en nuestro sainete.

- ¡Mami! ¡No tero poné la taqueta!
- Aaala Rub...
-¡No tero!

Y amaga con quitársela. Y me cabreo. -¡Eso! ¡Ahora empieza tú! - ¡No tero mmmami!- ¡Tira pa casa!

 Y para casa que vamos, con el Rubio encabronao y su cara arrasada en lágrimas. Hasta una madre bruta como yo se percata de lo que pasa y me arrodillo para darle un abrazo. Pega unos cuantos hipidos y otros tantos bocinazos en mi tímpano pero parece tranquilizarse. Hasta que cometo otro error. Entrando en el portal le digo que ya puede quitarse la chaqueta, así con mucha fiesta, en plan todo guay...

- ¡Nnnno! ¡Mmmami! ¡No tero en potal! ¡Tero tin taqueta en la calle, mami! (traducido: no soy imbécil mami, si acaso tú...)

-¡Pues ahí tienes la calle, hala! - contesto yo, pedagógica a tope, mientras me meto junto con el Moreno en el ascensor. Todos los padres por reproducción asistida piensan alguna vez si se habrán confundido de bote en la clínica. Todos menos yo, que tengo claro que soy la madre que los engendró además de la que los parió...

Cuando salgo a ver qué pasa lo veo tras la puerta cerrada del portal, en la calle, peleándose para quitar la manga de la chaqueta y con la cara furiosa del increíble Hulk.

 Y fulminándome con la mirada. Tres añitos para cuatro tiene mi preciosura. Que no nos pase ná...





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