Viajar con niños pequeños.





 Si os dicen que teneis que hacer un viaje en coche de mil kilómetros de una sentada, solos y con dos niños de cinco y tres años, suscagais. Si os dicen además que el coche tiene casi dieciséis añitos, suscagais más. Sin embargo eso es lo que hice yo recientemente y lo que pienso repetir en cuanto se dé la ocasión. Porque lo disfruté. Porque me encanta. Porque lo mismo lo de viajar con niños como sinónimo de coñazo supino es un prejuicio más vinculado a la infancia, como tantos otros. La maternidad es muy dura, y aquí lo cuento muchas veces pero justo por eso no hace falta inventar: hay bebés que dejan dormir (los míos), que comen bien (los míos, en general) y con los que viajar es un placer que nos suele suceder (también los míos). 

 Lo sé...podeis odiarme.

 Hace pocos días volvimos de nuestras terceras vacaciones de este año, las segundas en Cádiz. ¡Sí señores!, tres viajes de vacaciones en un año ¡estamos que lo tiramos! Unido a los viajes de años anteriores hace que tenga un bagaje para atreverme a contaros cuál es, a mi juicio, el mejor consejo que os puedo dar para cuando viajeis con niños pequeños. Ahí va, agarrarsen: 

- El mejor consejo que os puedo dar para vuestro viaje es ... que os lleveis a mis hijos. Fin.

 Sí queridos, mis niños son los amos de la carretera, llevan el amor por tirar millas incrustado en el adn. "Ye" lo que hay, como dicen en Asturias. 

Photo by Nubia Navarro (nubikini) from Pexels


 El avión también lo llevan bien, ya lo contaba aquí, pero es en carretera, en un día entero en la carretera, donde mis jabatos dan la medida de lo viajeros que son. Se calzan Cádiz-Gijón en coche de una sentada sin inmutarse. Y la ida no va del tirón, pero casi. Sin pantallas, sin apenas paradas. Cinco y tres añitos, cuatro y dos el año pasado, no se les puede pedir más. 

 En realidad sí tengo un truco. Infalible. Pero no es apto para todo el mundo: el truco para que trepen felices a sus sillas pidiendo a gritos arrancar el coche y circular es la música. Los mil kilómetros de la ruta de la Plata hay que hacerlos cantando. Así sí. Mil, y dos mil también. 

 Si eres una persona con un cerebro normal no puedes, a las cuatro horas de matraca te explota, es así. Pero si eres una tarada como yo hasta se te hace corto. Hay que tener en cuenta que, sobre el papel, la taza y la tetera, la mané, Susanita y su ratón y demás hits infantiles destrozan las neuronas adultas o eso dicen. Las mías no, resisten divinamente, será que son muy infantiles aún o será este el motivo por el que todas las vacaciones las paso con migraña. Va a ser eso, no sé... Lo cierto es que canto como una cosaca y al igual que el par de dos lo doy todo. Todo, coreos incluídas. Saco una manita, subo por la telaraña y anuncio que mi barba tiene tres pelos, tres pelos tiene mi barba. Y tan feliz. 

 Lo mismo es que las canciones infantiles nos gustan más de lo que queremos confesar. Igual hay más padres como yo que disfrutan de tener excusa para cantar David el Gnomo o Ulises 31. O los grititos de la Reina de la Noche de la Flauta Mágica. Que en Estacasa le damos a los clásicos también, cantados e instrumentales, y al pop, al rock, al reguetton, a los 80,s, los 90,s ... mil kilómetros dan para mucho. 

  En el auto de papá los viajes son más convencionales,ya sabeis, kilómetros y kilómetros cambiando de emisora cada dos por tres o peor aún, ¡sin música! Muy "normal" todo. Pero en el de mamá...¡Ay en el de mamá! No hay filtro. Lo mismo cantamos a grito pelao letras machistas como la de la bruja avería que disparamos como Lucky Luck. Lo mismo "Alma llanera" que "Follow the leader ¡sígueme! ¡sígueme!..."

 Y me siguen, los cabroncetes, al fin del mundo si hace falta. Tanto es así que el problema es parar, ¡porque apagamos lacansión!

 Lo cierto es que viajar con mis dos nenes es un lujo, ni cuánto falta, ni quiero hacer pis...ni nada en realidad, más allá de "mami quiero más voz" o "mami quiero tal canción" Sólo la música que toque en cada momento y el paisaje tras la ventanilla.



 Porque no sólo de cantar viven mis rorros, también de dormir, observar el panorama, jugar con los dinosaurios y comer patatitas...un viaje tan largo da para todo. Incluso para soprenderme con el lado filósofo del Moreno, que comenta las formas de las nubes, o lo que "corren" las casas, o por qué son tan pequeños los toros en Salamanca (consecuencias de que el único toro conocido hasta la fecha fuese el de Osborne). 

 Vemos cigüeñas, vacas, ovejas, toros a porrillo, y águilas o similares con mi Moreno lamentándose de que el Rubio, que se quedó frito entrando en León y así sigue, se lo pierda. Vemos el Duero, el Guadiana y el Guadalquivir. También los Picos de Europa, la Meseta y Sierra Morena. Las marismas de Cádiz. Las lomas cuajadas de encinas y alcornoques, la autovía flanqueada por pinos en Andalucía, tan distintos a nuestros pinos, tan diferente todo a los paisajes del norte, y por ello tan interesante. Viajar, coger carretera y manta es emocionante, despeja la cabeza, nos alegra el ánimo y nos educa también, en cierta forma. Yo explico lo que vemos y lo poco que sé de cada territorio por el que pasamos. No se enteran de nada, pero hacen como si se enterasen, repiten lo que digo sin entender mucho y pegan la napia a la ventanilla. Y pienso ilusionada que igual algo si les queda en la mollera. 

 Y disfruto. Siempre me gustó conducir por carretera. Mis nenes me permiten incluso ratos de abstracción absolutamente impensables fuera del coche. Me permiten también escuchar mi música, esto último sí que no sé por cuánto tiempo ya que enseguida piden lo que les gusta a ellos. En cualquier caso viajo más a gusto llendo con ellos que sola. Encontrar sus ojazos sonrientes cada vez que miro el retrovisor me llena de alegría. O verlos dormir con sus caritas de ángel y esos mofletes comestibles. A pesar de la enorme responsabilidad que entraña mi carga agarro el volante y me siento poderosa. Soy una madre, viajo con mis niños, ¡abrid paso!. Me siento estúpidamente orgullosa.

 Somos, en definitiva, como el burrito sabanero y su compaña, que van felices haciendo el camino cantando y convierten así al viaje en el auténtico destino.


Comentarios

  1. Aquí otra que disfruta mucho cantando con mis peques. Y que publicó tan agradecido, por fin puedo soltarme y superar el trauma de cuando me dijeron en el coro que mejor sólo moviese los labios. Me ha gustado mucho.

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    1. A mi me dijeron que si no podía cantar bien, al menos que cantase "piano", o sea, bajito. ¡Estos directores de coro, qué monos son! ¡Muchas gracias por tu comentario!

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