El Museo Jurásico de Asturias



 El domingo por la tarde visitamos el Museo Jurásico de Asturias. Y no me refiero a tomar el cafetín en las terrazas del paseo de Begoña, no: me refiero al verdadero museo jurásico, al que está entre las bellísimas localidades de Colunga y Lastres: el MUJA.



 El domingo hacía el típico día del norte tan bien retratado en la película "Ocho Apellidos Vascos": cielo negro, lluvia densa, rayos, truenos, una "rasca" del copón...Mordor total. Así que el papá propuso la visita al museo. Tuvo mucho mérito, porque recién llegaba de trabajar. Y sobreponerse al cansancio del madrugón y su jornada y tirar pal museo al terminar de comer no es moco de pavo. Pero la reacción en cadena que se desató tras la propuesta hecha un poco así... a lo loco ... no le dejó opción a retractarse. De pronto, una agobiante tarde de domingo más encerrados en casa, se convirtió en una fiesta: ¡nos vamos al Museo Jurásico! (¡¿hay un museo del jurásico en Asturias?!) ¡A ver dinosaurios y fósiles! ¡Yujuuuuuuuuuu!!

 ...Y como a los niños también les pareció divertido lo de salir de casa a ver inossaurios pues para allá que fuímos.
                                              




 Todo fue bien esa tarde. Llegando a Colunga el sol se abría paso entre las nubes para iluminar un paisaje bucólico, una postal de prados verdes salpicados de casas con la Sierra del Sueve al fondo, el hogar de los caballos asturcones. Por tener tuvimos hasta arco iris, ¡que no nos falte de na!. Una maravilla.



 Cuando llegamos al Museo, si bien el cielo volvía a estar encapotado, continuaba sin llover. Lo que fue una suerte tremenda porque, para los frikis como yo para los niños pequeños la diversión está fuera: en los jardines se exhiben reproducciones a tamaño natural de los más conocidos dinosaurios. Un montón, y a cada cual más realista. 





 El MUJA es un edificio con forma de pisada de dinosaurio, que está sobre una pequeña colina desde la que se divisa el mar. Nada más iniciar la subida desde el aparcamiento se atisba el primero de los bichos: 

 -¡Mirad niños! ¡Un Diplodocus! Era el dinosaurio más largo de todos- suelto yo, muy ufana (...Y ya, hasta aquí llega mi erudición.Tampoco es que me hiciesen caso alguno, pero no importa) - ¡Hala qué chulo! 

 Y efectivamente era un Diplodocus. Y me vengo arriba. Un poco más allá está otro de los "importantes":- ¡mirad niños! ¡un Brontosaurus!. Este era el más alto, los dos eran hervíboros - sigo yo, a mi rollo totalmente mientras mis vástagos corretean emocionados a varios metros de distancia. Me acerco y era un Braquiosaurus; pienso ¡bah!, ¡primos hermanos! Y sigo ... 

 -¡Un Estegosaurus!- ...tampoco. Aunque serían tío y sobrino, cuando menos.

 Y así me tiro un buen un rato, metiendo la pata de contínuo hasta que asumo que ya no me acuerdo ni de la mitad de ellos. Pero soy feliz. Feliz por ver a los dinos tan magníficamente expuestos y feliz también corriendo detrás del Rubio, quién parece tan contento como su madre. A la carrera recorre emocionado el recinto, dedito en alto y emitiendo exclamaciones - ¡mía mamá! ¡¡inossaurio!! ¡¡qué guay!! Sin amedrentarse ni siquiera frente al T-rex, allá que iba a meterse bajo sus patas si no se lo impido. Cuando llegamos al Triceraptos, que lo tienen en casa, lo reconoció en seguida: -¡"atos" mami! ¡groarrrrr!

Triceraptos. Este no lo fallé ¡es mi favorito!

 Por fin se puso a llover nuevamente y nos refugiamos en el Museo. Aquí los nenes dieron por saco se aburrieron bastante y tras unos cuantos berrinches, persecuciones a carreras y búsquedas nerviosas del infante extraviado optamos por la técnica del dardo tranquilizante zumo con patatitas en la cafetería, que acabó siendo leche con magadalenas en esta ocasión. Una lástima porque el museo es altamente recomendable, no es caro e incluye visitas guiadas que justamente empezaban cuando entramos. Una lástima, ya digo. Pero todo se andará. 

 Mientras tanto disfruté del café con vistas al Cantábrico, intentando olvidar una imagen de dos T-Rex apareándose. Tuve que confirmar en google que lo que me pareció ver mientras perseguía al par de dos era eso, lo que me pareció ver. Resultó que si. Un Tyrannosaurus mirando a Cuenca es...inquietante, cuando menos. 

No tengo palabras...

Colunga

  En cualquier caso, pasamos una tarde entretenida y diferente. El Museo Jurásico de Asturias es interesante y ameno, y el entorno es un lujo total. La mezcla de ambas cosas convierten esta visita en un planazo. Nosotros no pudimos bajar del coche, llovía a cántaros, pero Colunga merece una visita. Es un pueblo precioso. 

 Y si Colunga es bonito de Lastres ya no digo nada. A la vuelta atravesamos en coche las calles empinadas del pueblo, que se descuelga monte abajo hacia el mar, y aún enmedio del aguacero disfrutamos del panorama. Definitivamente, Lastres tiene encanto, como se dice ahora. Es bonito hasta decir basta. He tardado más en escoger sus fotos que en escribir todo el post, y no estoy en absoluto contenta con la elección pero me rindo. Es imposible elegir: miradlas vosotros en google o mejor: visitad Lastres. Merece la pena.



  Y todo esto además a tan solo 50 kmts de Gijón. Un lujo.
 Y una gozada de domingo.



 

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